martes, 20 de octubre de 2009

LOS HUASTECOS

Antes de sumergirnos en la cultura de los huastecos, debemos determinar primero su ubicación geográfica.

La Huasteca comprende los actuales estados de Tamaulipas, San Luis Potosí y Veracruz; aunque los huastecos se extendieron hasta Hidalgo y Querétaro.

Es una región bien drenada, atravesada por numerosos ríos, entre los que se pueden mencionar el Pánuco, el Tuxpan y el Tecolutla, entre otros.

Presenta un clima tropical lluvioso con características de sabana, razón por la cual ofrece grandes posibilidades a su población para desarrollar la agricultura y la ganadería como actividades económicas importantes, actualmente a estas actividades se incorporó el petróleo que se localiza en Tampico, Pánuco y Tuxpan.

LAS HUASTECAS

La región huasteca es conformada por porciones de los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Tamaulipas, Hidalgo, y en menor medida Puebla y Querétaro

La huasteca potosina comprende el estado de San Luis Potosí. Incluye una multitud de municipios entre los que destacan Ciudad Valles, Aquismón, Tanlajás, Huehuetlán, Xilitla, Tamazunchale y Tamuín En esta región se encuentran las ruinas de la antigua ciudad de Tamtoc, uno de los centros ceremoniales más importantes de la antigua cultura huasteca.
En la huasteca tamaulipeca están comprendidas las estribaciones de la Sierra Madre Oriental, la sierra de Tamaulipas, la sierra de San José de las Rusias y el Bernal de Horcasitas cuyo imponente otero, que se levanta solitaria en la llanura, sirve como símbolo geográfico de Tamaulipas.
Su ubicación esta en la zona sur del estado, limitada por la cuenca de Soto la Marina al Norte, Veracruz y San Luís Potosí al Sur, la Sierra Madre Occidental al Occidente y el litoral del Golfo de México al Oriente. Abarca los municipios de Llera, Gómez Farías, Xicoténcatl, Ocampo, Antiguo Morelos, Nuevo Morelos, Mante, González, Altamira, Aldama, Madero y Tampico, más una porción de Casas y de Soto la Marina.
La huasteca veracruzana se localiza hacia el extremo norte, desde el río Cazones hasta el río Tamesí. Su relieve es llano y de bajos lomeríos y su clima cálido. Está irrigada por varios ríos y lagunas entre los que destacan el río Tuxpan y la laguna de Tamiahua; la ciudad más importante de la Huasteca veracruzana es la ciudad y puerto de Tuxpan. Una de sus zonas arqueológicas más importante es el castillo de Teayo.
La huasteca hidalguense, se ubica en el estado de Hidalgo , la Huasteca abarca la porción noreste del territorio, incluyendo ocho municipios. En todos estos lugares, la población indígena es mayoritaria, representando aproximadamente el 85% del total de habitantes de la zona. La ciudad más importante es Huejutla, aquí las monjas teresianas hacen una importantísima labor social, incluyendo en su programa la ayuda espiritual y las misiones que organizan con alumnas de sus colegios. La comida típica de la huasteca es principalmente el zacahuil que es un platillo hecho a base de masa y con distintas hierbas, también están los bocoles; pequeños bocadillos que se condimentan con queso crema y salsa,la cecina con enchiladas es otro de los pricipales platillos ya que la cecina la marinan con una infusión de naranja agria.


EL HOMBRE MÁM (FRAGMENTO)

En toda la Huasteca existen infinidad de historias, mitos, leyendas y cuentos relacionados con los fenómenos naturales, como las lluvias, las sequías, los incendios forestales. Muchos de esos relatos contienen elementos ricos en mitología y dan explicaciones del porqué de las cosas, o bien, dejan una enseñanza. Los ancianos de Huehuetlán todavía cuentan que hace muchos, pero muchos años, en la cima del cerro Tamáb vivía una pareja sin hijos. El hombre cultivaba maíz en sus milpas, las cuales daban cosecha todo el año porque siempre había humedad en sus tierras. La gente de los llanos estaba muy preocupada: como abajo llovía muy poco,
las cosechas eran malas, y por ende, sufrían por escasez de comida y para colmo, los ríos tenían muy poco caudal. Sabían que el hombre de Tamáb
bajaba al valle a vender su maíz, y como esto les provocaba envidia, aquellos habitantes acordaron celebrar una asamblea, para lo cual esperaron al hombre con su cosecha: querían hablar con él. Le preguntaron por qué él sí recibía lluvia en sus tierras y ellos no. El hombre les explicó sus razones, pero la gente no le creyó y lo metieron a la cárcel. Al cabo de varios días, tocó el turno del gobernador para interrogarlo y el hombre dijo que si lo dejaban libre, él se encargaría de mandarles la lluvia. Nadie de las autoridades creía que ese hombre pudiera hacer tal cosa, porque ignoraban que en realidad era un Mám, un «señor de las tormentas». Aunque los facultados para otorgarle la libertad se mostraban renuente de hacerlo, el gobernador accedió a que el hombre volviera a su casa con la promesa de enviarles bastante lluvia. El hombre Mám llegó a su hogar, en la cima del cerro Tamáb, y encontró a su esposa muy preocupada por su larga ausencia.
Él le explicó todo lo ocurrido y le dijo que se había comprometido a mandar suficiente lluvia a la gente de los llanos. Su mujer estuvo de acuerdo. Efectivamente, esa tarde llovió en las partes bajas de la sierra, pero los habitantes quedaron inconformes y querían más y más agua para sus cultivos y para los ríos. Entonces decidieron subir al cerro para hablar de nuevo con el hombre Mám. Llegaron muy de madrugada, pero como él estaba ausente en esos momentos, maltrataron a la mujer porque su marido les había enviado muy poquita lluvia. Cuando el hombre Mám regresó a su hogar esa noche, encontró a su mujer llorando. Ella le explicó lo ocurrido y, como respuesta a la falta de gratitud de la gente, él hizo que las nubes bajaran de Tamáb y se descargaran con furia en los llanos. Por días y días llovió como nunca antes; los ríos se desbordaron y los habitantes se vieron obligados a huir porque la corriente arrasó con sus casas. Mientras tanto, en el cielo estaba Dios observando los acontecimientos y decidió llamar la atención al hombre Mám.

Los huastecos son de origen olmeca, desde el año 50 a.C. ocuparon la cuenca del río Pánuco. Posteriormente, los huastecos se extendieron hacia los actuales estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo y Querétaro. Su cultura posee características peculiares, como la redondez de sus templos (área Pánuco-Tampico) y muchas de sus manifestaciones artísticas, entre ellas los adornos semicirculares que utilizaban para la cabeza y los sombreros cónicos.

La teogonía y teología huastecas influyeron en los toltecas, sus vecinos, y más tarde transmitieron tales elementos a la cultura azteca o mexica. Esto se observa en la deidad Quetzalcóatl, cuyas principales insignias o signos parecen de origen huasteco, como el arete doblado en forma de gancho, el pectoral de concha y el abanico de plumas.

Es probable que el ciclo de mitos en torno a la ciudad de Tollan y la deidad Quetzalcóatl sean originarios de la región de la Huasteca.

En 1990 fueron censados 147.264 huastecos (pocos si consideramos que su población es de 2, 249 581 habitantes) que hoy todavía conservan muchas de las costumbres de sus antepasados En años recientes alcaldes de diversos municipios huastecos han mostrado su interés separarse de sus respectivos estados y conformar una nueva entidad federativa, proyecto conocido como el Estado Huasteco. Este movimiento separatista busca la consolidación de la profunda unidad sociocultural de los pueblos huastecos y el impulso al desarrollo económico de la región ante el histórico abandono de sus respectivos gobiernos, esto último debido a la gran distancia a la que se encuentran las capitales de sus estados.
Movimientos similares habían tenido lugar en esta región a inicios del siglo XX, aunque sin éxito. En este caso el proyecto será difícil de alcanzar, pues requiere ser aprobado por los gobernadores de la región y son ellos sus principales opositores.

Después de consumada la independencia, los indígenas se enfrentaron a las nuevas leyes agrarias y a la promulgación de una serie de decretos que plantearon la división y repartición de la tierra comunal y a la expedición de las leyes de desamortización de bienes corporativos. De nuevo la defensa de sus tierras implicó la aparición de numerosas rebeliones, como la de 1836-1838, encabezada por Mariano Olarte. A fines de 1844 y principios de 1845 hubo nuevos movimientos de insurrección. Durante la intervención francesa, entre 1862 y 1865, la mayor parte de la Huasteca estuvo ocupada por las fuerzas republicanas leales a Juárez. En general, los últimos 23 años del siglo XIX y los primeros 10 del XX se caracterizaron por luchas campesinas simultáneas en muchos puntos de la Huasteca.

Para los indígenas, el control del espacio comunal tiene un sentido de apropiación que va más allá de la propiedad de los recursos y del suelo, ya que en su seno se reproduce la cultura, la organización sociopolítica, las relaciones de parentesco y la identidad.
A fines del XVIII se producía en la Huasteca: maíz, fríjol, caña de azúcar, algodón y pimienta negra; pequeñas cantidades de cacahuate (maní), chile y diversas artesanías, además de ganado vacuno, caballar, mular y porcino. Los principales puntos de comercialización eran: Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Puebla y México.

RELIGIÓN
El complejo mundo religioso de los huastecos se manifiesta esencialmente en sus esculturas, pues son pocos los ejemplos íntegros de arquitectura religiosa que se conservan hasta nuestros días; apenas son perceptibles, por ejemplo, los edificios piramidales que se localizan en la colonia Las Flores, en Tampico, o los de Tantoc, en San Luis Potosí, y en su mayoría permanecen cubiertos por la vegetación.

El planeta Venus, con su peculiar movimiento en la esfera celeste, fue deificado; las imágenes escultóricas de este numen se identifican por los tocados, las pecheras y las vestimentas en los que se repite rítmicamente el símbolo que le identifica, una figura de tres pétalos o elementos en ángulo con un círcu­lo en el centro, el cual, según los estudiosos, marca la ruta celeste de la deidad.

Las esculturas que representan a los dioses huastecos portan tocados característicos, que son una especie de gorro cónico extremadamente alargado, detrás del cual se advierte un resplandor a manera de medio círculo; así, los númenes masculinos y femeninos muestran los elementos que les dan su identidad en la superficie del resplandor curvo o bien en la banda de la base del gorro cónico.

La fuerza femenina de la naturaleza, que se expresa en la fecundidad de la tierra y de las mujeres, aquel pueblo costeño la deificó en la figura de Ixcuina, representándola como una mujer adulta, con el típico gorro cónico y el resplandor circular, y con prominentes pechos; su capaci­dad reproductiva se indicaba por sus manos extendidas con las palmas sobre el vientre, a mane­ra de recordatorio de que el proceso de embarazo se manifiesta con la prominencia de esta parte del cuerpo.

Las deidades del inframundo también fueron representadas por los artistas de la región huasteca, a manera de personajes cuyo tocado luce prominentes cráneos descarnados, o bien muestran debajo de la caja torácica el corazón o el hígado de los sacrificados. Asimismo, conoce mos figuras donde la deidad esquelética, con los ojos saltones, está pariendo a una criatura. En ambos casos, además de sus gorros cónicos, las deidades lucen las características orejeras curvas de Quetzalcóatl, asociando la presencia de esta deidad creadora con las imágenes del inframundo, advirtiendo entonces que la continuidad de la vida y la muerte también eran exaltadas en el culto del panteón huasteco.

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